I
AL FINAL DEL CAMINO
Y al final del camino
cuando uno ya está de vuelta de todo
ves que importa un comino
la forma o el modo
de andar por la vida buscando acomodo.
Porque es nuestro sino
que escrito se encuentra en altas estrellas,
quién dicta el camino
que con el pie sellas.
El libre albedrío se queda en tus huellas.
¡ Qué bella es la vida!
¡ Qué triste la muerte cuando nos llega!
¡ Qué cruel despedida!
¡ La espiga y la siega!
¡ El paso del tiempo a todos nos pliega!
II
A LA ROSA DE MI LUNA
¡Ay, qué oculto secreto
esconde con celo la blanca rosa
del ojo indiscreto!
En su alma reposa
el fondo mismo de todas las cosas.
Al son de un lucero
en la sombra del agua la luna baila
la misma retahila
del quiero y no quiero
entre un no se qué, que no sé si muero.
El toro en el río
cornea con rabia un manto de estrellas
por ver si en el frío
del astro hace mella
una lágrima que brota por ella.
Y al son de un lucero
en la sombra del agua la luna baila
la misma retahila
del sin tí yo muero
entre un no se qué, que no sé si quiero
¡Ay, qué tiene la rosa
que sigue tan sola y a todos seduce!
¿ Cual será esa cosa,
que al tanto que luce,
llegado el momento su ansia reduce?
¿ No será que esta vida,
que todos llevamos como una condena,
esté así concebida,
sin dicha y con pena?
¿ Un pozo sin fondo que nunca se llena?
III
A tí, mosca cojonera,
A tí, mosca cojonera,
que vas por la red posteando,
sin sentido ni maneras,
por eso sois cojonera,
porque bien los vais tocando.
Te figuro algo casposo,
por tus tics, tan ordinarios
mas te falta sal, so soso
ya que tocas, sé meloso
y convierte en delicioso, tu calvario.
IV
A TOLEDO
Esta roca gris erguida
cuán toro de luz que reta al cielo,
este jirón de mi vida,
este trocito de suelo…
es la flor que unge el sol de mis anhelos.
Ay, rinconcito de historia,
joyel de culturas que el tiempo medra.
Ay, desván de la memoria,
entre el polvo de tus piedras
tejen recuerdos perdidos las hiedras.
Clavada tiene la noche
en el viejo arca de tu rostro isleño,
el oro del ayer en broche.
! Ay, si yo fuera dueño
del alma que esconde tu pétreo sueño!
! Oh, mágico retiro,
donde un vaho de nostalgia un halo vierte
de duendes y suspiros!
! Capricho de la suerte
que quiso preservarte de la muerte!
Por esta triste estampa
a golpe hecha de magia y de poesía.
Por esta dulce trampa.
Por esta tierra mía
que me hizo a su manera…¿Qué no haría?
V
LA CREACION
Era del tiempo la hora cumbre
en el ocaso del eterno albor.
Era el principio
de la nada, inicio
del todo, obra del creador.
Era del fuego la única lumbre.
Era del año el día sin sol.
Era palabra
que surco labra.
Era el silencio, la única voz.
Fué el primero, de luz, instante,
de azul semblante, de negro tul
y en el infinito
espacio, escrito
quedó el signo del abedul.
Del mismo modo el firmamento,
en un momento de inspiración,
en el lejano
cielo, sus manos
de claro manto, su tez cubrió.
No bien bebido, el hueco rayo,
del seco callo, cobró valor
y en la fragua
el Señor, las aguas
de la tierra, separó.
Durante el ciclo del mediodía
la piel del alto techo ardió,
en mil luceros,
en mil senderos
y en su centro el astro sol.
Apenas hecho por su mano
el universo, de sí, esplendor,
sin demora
de fauna y flora
la faz de la tierra cubrió.
Fué entonces, que a su imagen,
al hombre, de barro, creó
y su aliento
en el rostro, lento,
la vida, cuán viento, sopló.
VII
QUE TENGO, QUE ME VIENE
Sin rumbo ni sosiego,
por calles solitarias, desvelado,
taramba y medio ciego,
me adentro derrotado
en el pozo sin fondo de mi prado.
Y mientras, me retuerzo
en el estrecho cauce, ya cercado,
del curso de mi esfuerzo,
el surco de mi arado
me deja del todo abandonado.
– ¡ Qué tengo, que me viene,
al son de tanta y tanta desventura,
la voz que me mantiene,
aún sea mi tortura
más grande que grande mi amargura!
Pues siendo uno al cabo
no más que un triste paso vagabundo,
errante y tan esclavo,
en penas, tan fecundo,
del río que se extiende por el mundo.
Y entre tantos senderos
que se abren ante mí, tan inseguros,
como atinar certero,
si se tornan oscuros,
tan pronto como cruzo por sus muros.
En un rincón perdido
quisiera ocultar tanta vergüenza,
que tengo por rendido
el ansia de mi trenza
y ya no hay mal ni bien que a mí me venza.
Si al menos en la vida
algún motivo hallara de provecho,
tal vez ninguna herida,
dejándome maltrecho.
tendría como tengo abierto el pecho.
Más corto queda el plazo,
así como la fecha prematura,
pues antes que el abrazo,
aprieta la premura,
después de que la muerte nos captura.
El gesto el rostro tensa
y pone fin al sueño en un suspiro,
cuando la mar inmensa
del eco dando un giro
revuelve el amplio lecho del retiro.
Andar siempre con tino,
al son andar de aquel que bien te quiera
y nunca en tu camino
por mucho que te diera
la sombra de aquel que más espera.
Más vivo tan cautivo,
de quién tener se debe bien cuidado,
qué estoy muriendo vivo,
a solas, condenado
en la triste guarida de mi hado.
– ¡ Oh, campo de mi era,
sudor por la faena embrutecido!
¡ Qué grande tu quimera!
¡ Qué débil tu gemido
y cuanta pena junta,
sin olvido,
en tus riberas!
VIII
A TOLEDO
Esta gris roca erguida
como toro de luz que reta al cielo,
este jirón de vida,
este trozo de suelo…
es la flor que unge el sol que tanto anhelo.
Ay, rincón de la historia,
de culturas joyel que el tiempo medra.
Ay, desván de memoria,
entre el polvo y la piedra
recuerdos tejen la tupida hiedra.
Clavada está la noche
en el viejo arca de tu rostro isleño.
¡ Oro de ayer en broche!
! Ay, si fuera yo dueño
del alma oculta tras el pétreo sueño!
! Oh, mágico retiro,
un velo de nostalgia tu halo vierte!
¡ Oh, duende en quién me inspiro!
! Capricho de la suerte
que quiso preservarte de la muerte!
Por esta triste estampa,
de magia hecha a golpes de poesía.
Por esta dulce trampa.
Por esta tierra mía
que me hizo a su imagen … ¿ Qué no haría?
Deja un comentario